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Origen del nombre de los meses del año

El origen de los nombres de los meses: Un viaje en el tiempo

El calendario, una herramienta fundamental en nuestra vida diaria para medir el tiempo, tiene sus raíces en las antiguas civilizaciones que se regían por las fases de la luna o el sol. El calendario más antiguo descubierto hasta la fecha se remonta al 8000 a.C. y combinaba tanto la luna como el sol como unidades de medida.

Partiendo de esta base, nos preguntamos: ¿Cuándo y quién le puso nombre a los meses del año? La respuesta nos lleva hasta la antigua Roma, donde el calendario primitivo constaba de solo 10 meses y no seguía los ciclos astronómicos. Fue Numa Pompilio, el segundo rey de Roma en el siglo VIII a.C., quien adaptó el calendario al año solar según el modelo egipcio y agregó los 2 meses adicionales. Desde entonces, el calendario romano de doce meses se extendió por toda Europa y se utilizó hasta el siglo XV.

Cada uno de los meses del año romano estaba dedicado a dioses, emperadores o llevaba nombres numéricos. Estos nombres han perdurado en diferentes idiomas, como el inglés, español, francés, italiano y portugués.

Enero: El comienzo con protección divina

Enero, el primer mes que se añadió al calendario original, lleva su nombre en honor a Jano, el dios romano de las puertas y entradas, representado con una vara y una llave. Curiosamente, el comienzo del año en enero se debe a la campaña de Hispania, que requería la elección de cónsules con tiempo de previsión. Por esta necesidad estratégica, el inicio del año se trasladó de marzo a enero.

Febrero: Apaciguando a los dioses

Febrero, el segundo mes, fue dedicado a Plutón o Februo con el propósito de apaciguar sus iras.

Marzo: El mes de la guerra

Marzo toma su nombre de Marte, el dios romano de la guerra, ya que en este mes comenzaban las campañas bélicas de las legiones romanas.

Abril: La conexión con la fertilidad

Abril proviene del término griego «afros», que significa espuma, de la cual emerge Venus, la diosa romana de la fertilidad.

Mayo: Homenaje a los mayores o a la diosa Maya

Mayo es un tributo a los ancianos o protectores del pueblo, derivado de la palabra latina «majorum», que significa mayores. Otros atribuyen su nombre a la diosa Maya, esposa de Vulcano.

Junio: Un homenaje a la juventud

Junio, representado como un segador de heno, es un tributo a los jóvenes. Su nombre proviene del término latino «junior».

Julio: El mes del poder y la agricultura

Julio recibe su nombre en honor a Julio César, el famoso líder romano que nació en este mes. En este período, se llevaba a cabo la recolección del trigo, y se representaba con un segador practicando esta faena agrícola.

Agosto: El legado de Augusto

Agosto rinde homenaje al emperador Augusto, quien eligió este mes para que llevara su nombre después de derrotar a Cleopatra y Marco Antonio, sus mayores enemigos. Inicialmente, este mes tenía 30 días y se llamaba Sextilis; Numa Pompilio le restó 1 día y Julio César le agregó 2 más.

Septiembre: Vendimia y el dios Vulcano

Septiembre, a pesar de ocupar el noveno lugar en el calendario original, conservó su nombre original en latín porque representa el séptimo lugar. Este mes está simbolizado por diferentes escenas de vendimia y está dedicado al dios Vulcano.

Octubre: Conservando la tradición

Octubre ha mantenido su nombre original desde la época de Rómulo, derivado del término latino «october», que significa octavo. Las tareas de vendimia y siembra que ocurren en este mes se utilizaban para simbolizarlo.

Noviembre y diciembre: Denominaciones conservadas

Noviembre conservó su nombre desde que ocupaba el noveno lugar en el calendario romano, y sus días han sufrido cambios a lo largo del tiempo. Diciembre, aunque se encuentra en el último puesto, sigue siendo conocido por su posición original como décimo mes del año.

A través de los nombres de los meses, podemos rastrear la influencia de la cultura romana en nuestra forma de medir y organizar el tiempo. Desde las divinidades protectores hasta los líderes históricos, cada mes lleva consigo una historia y un legado que han perdurado a lo largo de los siglos.

Fuentes:

«The Origin of the Names of the Months» por Robert Myers, The Classical Journal, Vol. 70, No. 4 (Abr.-Mayo, 1975), pp. 309-313.

«The Roman Calendar» por David E. Smith, Scientific American, Vol. 227, No. 6 (Dic., 1972), pp. 82-90.

Primus, B. (2004). A featural analysis of the Modern Roman Alphabet. Written Language and Literacy, 7, 235-274.

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