Las alucinaciones de Juana de Arco
En estos instantes el término “alucinación” ha adquirido una dimensión informal, en la que se protege diferentes experiencias que exceden los límites de la normalidad. No obstante, desde cierto punto de vista médico una alucinación es un fallo sensorial y perceptivo, un fenómeno sensoperceptivo que se genera sin que exista un estímulo reconocible que lo produzca.
No siempre y en todo momento es homónimo de insensatez
Conforme el estímulo sensorial las alucinaciones pueden ser visuales, olfativas, gustativas, táctiles o auditivas. Las visuales consisten en percibir objetos, personas o luces que no existen; en la olfativas lo que se capta son olores que no están en el entorno; en las gustativas hay engaños perceptivos relacionados con el gusto y en las táctiles las personas pueden sentir una sensación extraña o un movimiento extraño en el cuerpo. Para finalizar, en las alucinaciones auditivas, que son las más usuales, las personas refieren oír eufonías procedentes del interior de la cabeza.
Si nos centramos particularmente en las alucinaciones auditivas, pueden ser de múltiples tipos, en ciertos casos lo que se escuchan son voces que pueden proceder de una o múltiples fuentes, conversando de forma directa con la persona que las tiene o contando lo que sucede a su alrededor. Las voces pueden ser positivas o negativas, llegando aun a ordenar a quien cometa ciertas acciones que pueden poner en riesgo su vida o la de terceras personas.
En otras ocasiones las personas lo que oyen son ruidos procedentes del ambiente, que pueden ser sonidos ambientales o ocasionados por objetos (puertas, timbres, teléfonos…).
Las alucinaciones de Juana de Arco
Conforme sus testimonios las alucinaciones hicieron su aparición a los 13 años y eran predominantemente auditivas, si bien esporádicamente asimismo eran visuales. Juana de Arco insistía en ver y oír al arcángel San Miguel, a Santa Catalina de Alejandría y a Santa Margarita de Antioquía.
Conforme sus testimonios las alucinaciones hicieron su aparición a los 13 años y eran predominantemente auditivas
A lo largo del proceso inquisitorial que la condenó a la fogata la joven narró que las voces se repetían dos o 3 veces a la semana, que al comienzo le afirmaban que debía ser piadosa e ir a misa, mas que entonces la ordenaban liderar el ejército francés y liberar la urbe de Orleans del dominio inglés.
Una enferma epiléptica
Desde el punto de vista médico se han escrito ríos de tinta sobre sus alucinaciones, ciertos estudiosos han protegido que Juana era esquizofrenia y que estos síntomas formaban una parte de su proceso psicótico.
Contra esta teoría la joven no tenía desestructurada la personalidad, un síntoma propio de estos pacientes, y las voces no procedían del interior de su cabeza, como acostumbra a acontecer en la mayor parte de los pacientes esquizofrénicos actuales. Juana declaró que “venían del jardín de a la vera de la iglesia”.
Otros autores, sin mucho éxito, cargaron las tintas en otra enfermedad psiquiátrica: la histeria, ya que en su figura se fusiona el fanatismo religioso y una marcada repercusión sacerdotal a lo largo de su niñez.
Puesto que hay un conjunto de genes que están implicados en este género de epilepsia todos y cada uno de los sacrificios se centran en nuestros días en examinar el ADN de la joven. Sus restos desaparecieron en la fogata, mas es sabido que la doncella de Orleans habituaba a sellar sus cartas de cera dejando la huella de su dedo y un pelo, para probar su identidad. Tal vez ahí puede estar la clave del diagnóstico.