La serie de ciencia ficción que nos adelanta uno de los posibles futuros que están por venir

Richard Morgan publicó la novela Altered Carbon (Carbono Perturbado) en dos mil dos por la que recibió el reputado premio de ciencia ficción Philip K. Dick. La novela, enorme éxito de ventas, fue amoldada en forma de serie y lanzada en el mes de febrero de dos mil dieciocho en la plataforma Netflix.

Un futuro distópico

En la historia nos movemos más de trescientos años en el futuro, en una sociedad poblada por humanos ‘descargados’ en las más ocurrentes formas que permiten una especie de vida eterna. Rodada Vancouver y en la Columbia Británica en Canadá, nos vemos inmersos en una sociedad futurista en la que hay disponibilidad -limitada- de una tecnología que deja exender indefinidamente la vida a través de el fichero de la conciencia en un chip que puede conectarse a un nuevo cuerpo, ya sea natural, el cuerpo de otra persona, o aun artificial.

El protagonista de Carbono Perturbado es Takeshi Kovacs, representado como un antihéroe (interpretado por el actor sueco-estadounidense Joel Kinnaman en la primera temporada y por un atinado Will Yun Lee, en la V. O. asiática del personaje tanto en la primera como en la segunda temporada), un soldado mesnadero de élite que lúcida doscientos cincuenta años después en un cuerpo nuevo. Y es que regresar a enfundar un cuerpo en otro cuesta dinero y, si no puedes pagarlo (o vas a la prisión), al fallecer, la pila o chip se pone en modo de suspensión.

Conforme el libro, Takeshi Kovacs nació en dos mil cien y la primera temporada está ambientada en el año dos mil trescientos ochenta y cuatro, instante en el que le “resucitan”. El propósito de despertarle en un cuerpo nuevo y salir de esa cárcel de vacío, es a raíz de que precisan su ayuda para solucionar el homicidio del hombre más rico del planeta (Laurens Bancroft, interpretado por el actor inglés James Purefoy). Uno de los detalles que más nos atraen es cuando admite el caso y se registra en un hotel gótico dirigido por Poe (interpretado por el actor Chris Conner), una inteligencia artificial holográfica.

Cosmos ciberpunkiStock

¿Opción de no fallecer?

La humanidad ha desarrollado una tecnología que puede digitalizar la conciencia de una persona en una «pila», un pequeño dispositivo que se introduce en el cuello y con el que se desprecia enormemente el valor del cuerpo humano. En verdad, el cuerpo humano es conocido de manera coloquial como «funda», ya que cualquiera con el dinero suficiente puede mudar de cuerpo y, si así lo quiere, sostenerse joven y vivir por siempre. Mas es una tecnología solamente alcanzable para pudientes. Para los más ricos. En este planeta, ha sido mercantilizada por el 1 por ciento de la sociedad y esencialmente los ha transformado en dioses. El resto, radica en un futuro distópico de estética ciberpunk con todos y cada uno de los aspectos o cualidades tradicionales de este cosmos de ciencia ficción.

La única forma de fallecer de forma permanente, conforme la historia, es si la pila se destroza y no tienes una copia de respaldo. O si eres católico, claro, ya que en Carbono Perturbado el uso de esta tecnología va contra su religión.

Entre las “bondades” de admitir otro cuerpo, que la conciencia navegue y se acostumbre a un cuerpo diferente, es que las adicciones, las manías, las reacciones, los gustos… todo se acepta como uno solo. Si el cuerpo reenfundado era adepto al alcohol, el nuevo usuario se va a ver inclinado a consumir grandes cantidades de alcohol asimismo.

A pesar de todo, una de las preguntas que más pone encima de la mesa esta serie (o el libro en su defecto) es, ¿dónde comienza y acaba la psique y dónde lo hace el cuerpo? ¿Podría ser así el futuro?

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