La serie de ciencia ficción que nos adelanta uno de los posibles futuros que están por venir
Un futuro distópico
En la historia nos movemos más de trescientos años en el futuro, en una sociedad poblada por humanos ‘descargados’ en las más ocurrentes formas que permiten una especie de vida eterna. Rodada Vancouver y en la Columbia Británica en Canadá, nos vemos inmersos en una sociedad futurista en la que hay disponibilidad -limitada- de una tecnología que deja exender indefinidamente la vida a través de el fichero de la conciencia en un chip que puede conectarse a un nuevo cuerpo, ya sea natural, el cuerpo de otra persona, o aun artificial.
El protagonista de Carbono Perturbado es Takeshi Kovacs, representado como un antihéroe (interpretado por el actor sueco-estadounidense Joel Kinnaman en la primera temporada y por un atinado Will Yun Lee, en la V. O. asiática del personaje tanto en la primera como en la segunda temporada), un soldado mesnadero de élite que lúcida doscientos cincuenta años después en un cuerpo nuevo. Y es que regresar a enfundar un cuerpo en otro cuesta dinero y, si no puedes pagarlo (o vas a la prisión), al fallecer, la pila o chip se pone en modo de suspensión.
Conforme el libro, Takeshi Kovacs nació en dos mil cien y la primera temporada está ambientada en el año dos mil trescientos ochenta y cuatro, instante en el que le “resucitan”. El propósito de despertarle en un cuerpo nuevo y salir de esa cárcel de vacío, es a raíz de que precisan su ayuda para solucionar el homicidio del hombre más rico del planeta (Laurens Bancroft, interpretado por el actor inglés James Purefoy). Uno de los detalles que más nos atraen es cuando admite el caso y se registra en un hotel gótico dirigido por Poe (interpretado por el actor Chris Conner), una inteligencia artificial holográfica.
Cosmos ciberpunk
¿Opción de no fallecer?
La única forma de fallecer de forma permanente, conforme la historia, es si la pila se destroza y no tienes una copia de respaldo. O si eres católico, claro, ya que en Carbono Perturbado el uso de esta tecnología va contra su religión.
Entre las “bondades” de admitir otro cuerpo, que la conciencia navegue y se acostumbre a un cuerpo diferente, es que las adicciones, las manías, las reacciones, los gustos… todo se acepta como uno solo. Si el cuerpo reenfundado era adepto al alcohol, el nuevo usuario se va a ver inclinado a consumir grandes cantidades de alcohol asimismo.