Vida

La gratitud de los toreros hacia Alexander Fleming: un enigma a descubrir

La Era Antes de los Antibióticos: Un Mundo Lleno de Peligro

En tiempos pasados, resulta difícil imaginar cómo era la vida sin los milagrosos antibióticos que hoy en día nos protegen de infecciones mortales. En el mundo preantibiótico, incluso una herida menor podía llevarnos al borde de la muerte. Desde gangrena y septicemia hasta una muerte segura, las consecuencias de una infección eran verdaderamente aterradoras. Podríamos decir que en la historia de la medicina, el punto de inflexión se produjo en 1928, cuando la suerte, esa compañera impredecible, estuvo del lado de un hombre llamado Alexander Fleming.

‘No ha venido ni el Tato’: La Cornada que Cambió Todo

Antonio Sánchez (1831-1895), conocido como El Tato, era un famoso torero español del siglo XIX. Era un verdadero icono social y rara vez se perdía un evento. De hecho, cuando no asistía a una celebración, se consideraba que había sido un fracaso total. Sin embargo, en 1869, cuando estaba en la cima de su carrera, la suerte, caprichosa como siempre, le tenía preparado algo más. Durante una corrida de toros, un astado llamado Peregrino embistió a El Tato con su cuerno derecho, causándole una cornada de cuatro centímetros de longitud y tres de profundidad en su pierna derecha.

A pesar de que la cornada no dañó ninguna arteria importante, la infección se apoderó de la herida y pronto se convirtió en gangrena. Las bacterias presentes en el asta del toro, combinadas con las impurezas arrastradas por el pitón, como la arena y los fragmentos de tejido, hicieron que la herida se considerara como «sucia» desde el punto de vista médico. El resultado fue la amputación de la pierna y el fin de la carrera de El Tato.

La Revolución de los Antibióticos Gracias a Fleming

Todo eso cambió gracias a Alexander Fleming, un profesor de bacteriología del Hospital St. Mary de Londres. En 1928, al regresar de sus vacaciones, descubrió que uno de sus cultivos de laboratorio estaba colonizado por un hongo que había eliminado todas las bacterias circundantes. Este hongo fue bautizado como Penicilinum notatum y fue el primer antibiótico de la historia: la penicilina.

El descubrimiento de Fleming revolucionó la medicina y salvó innumerables vidas. En 1945, recibió el Premio Nobel de Medicina en reconocimiento a su labor. Durante una visita a España, fue honrado con el título de doctor Honoris causa por la Universidad Central de Madrid, así como con otros reconocimientos profesionales. Incluso tuvo la oportunidad de sostener los estoques de toreros famosos, como Lagartijo y El Tato, quienes podrían haber conservado sus piernas si la penicilina hubiera estado disponible en su época.

Homenajes a un Héroe

En 1964 se erigió un monumento junto a la Plaza Monumental de Las Ventas en Madrid para rendir homenaje al legado de Alexander Fleming. La escultura, obra de Emilio Laíz Campos, muestra a Fleming en medio busto, acompañado por un torero que le ofrece un brindis en su traje de luces. La columna que sostiene la escultura lleva la inscripción: «Al doctor Fleming, en agradecimiento de los toreros».

Referencias:

– Brown, K. Penicillin Man: Alexander Fleming and the Antibiotic Revolution. 2004.
– Gargantilla, P. Historia de la Medicina. Editorial Pinolia, 2023.

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