Vida

La ciencia explica por qué cuando estamos tristes nos apetece comida insalubre con muchas calorías

Comestibles con un alto contenido de azúcar, sal e hidratos de carbono. Estas acostumbran a ser las peculiaridades que tiene el alimento confortante (comfort food, en el planeta anglosajón), esa que nos atrae tanto cuando estamos tristes, agobiados o deprimidos. Mas ¿por qué? Y ¿de veras consumirlos nos conforta?

Acostumbra a apetecernos comestibles con un alto contenido de azúcar, sal e hidratos de carbono.iStock

Hables Spence, sicólogo experimental de la Universidad de Oxford, entiende un rato sobre la sicología que hay tras el consumo de comida confortante. A su parecer, acostumbramos a asociar consciente e de manera inconsciente el alimento confortante con recuerdos positivos.

En dos mil diecisiete, Spence publicó un artículo en International Journal of Gastronomy and Food Science en el que aseveraba que los comestibles confortantes acostumbran a ser fáciles de preparar y, de manera frecuente, se asocian con celebraciones pasadas. Por norma general, son comidas con gran cantidad de azúcar o hidratos de carbono, lo que señala que prácticamente siempre y en todo momento tienen muchas calorías.

Otras investigaciones han puesto al cerebro en el centro de este deSeo por comer comida hiperpalatable (sabrosísima). Conforme un artículo que se publicó en dos mil veinte en Physiology & Behavior, el cerebro tiene una suerte de “puntos calientes hedónicos”, zonas que amplifican la sensación de recompensa o gusto por los sabores apetecibles, incluyendo el alimento dulce, salobre y grasa. Esto puede provocar que suba la dopamina, incrementando nuestra motivación para consumir esta clase de comestibles. Siguiendo la lógica, el cerebro estaría incitándonos a consumir comida confortante todo el rato.

La dopamina es un neurotransmisor que tiene un papel fundamental en nuestro estado anímico y, como se apunta en el estudio de dos mil veinte, asimismo en nuestra inclinación cara la recompensa y la motivación. Relacionado con esto, se ha visto que los comestibles hiperpalatables catalizan intensas sensaciones de placer. Como consecuencia, el cerebro nos anima a consumirlos reiteradamente.

Aparte de acrecentar la dopamina, se sabe que los comestibles hiperpalatables estimulan la liberación de insulina, cortisol (relacionado con el agobio) y leptina (relacionada con el apetito) y esto puede provocar el deSeo de un comestible o un sabor específico. Al contrario, los comestibles saludables, que son bajos en azúcar y en sal, no hiperpalatables, no tienen este poder, por lo que nuestro cerebro no acostumbra a quererlos de la mima forma que sí desearía un donut o una porción de pizza.

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¿De veras estos comestibles nos confortan?

Muy frecuentemente, ingerimos comestibles confortantes para sosegarnos o hallar el consuelo que precisamos. Mas ¿de veras son útiles?

En una investigación que efectuó en dos mil veinte OnePoll se vio que a lo largo de la pandemia de COVID-diecinueve dos tercios de los adultos estadounidenses comieron de forma consciente o inconsciente comestibles que tomaban en su niñez, para hacer en frente de las contrariedades del instante. No obstante, menos de la mitad (cuarenta y uno por ciento ) de los encuestados aseveró recurrir a comestibles confortantes para «sentirse felices».

En otra encuesta que se hizo en dos mil veintidos a dos mil personas adultas en el R. Unido una de cada 4 personas aceptaba comer comestibles confortantes cuando menos 5 veces por semana. Eso sí, más de la mitad entonces se sentía peor y un cincuenta y siete por ciento se arrepentía de haberlos comido. Esto semeja señalar que el alimento confortante marcha en un corto plazo, con un subidón de dopamina, mas frecuentemente produce sentimientos de remordimiento y vergüenza en un largo plazo, quizás pues las personas son siendo conscientes de que estos comestibles no son saludables.

Finalmente, asimismo se ha visto que cualquier comestible, sea o no hiperpalatable, puede subirnos de forma inmediata el ánimo. Esta es la conclusión a la que se llegó en una investigación de dos mil catorce publicado en Health Psychology. Los estudiosos piensan que podemos estar atribuyendo a los comestibles confortantes efectos sobre el estado anímico que se habrían producido aun en ausencia de ellos.

Referencia:
Spence, C. Comfort food: A review. International Journal of Gastronomy and Food Science. dos mil diecisiete. DOI: https://doi.org/10.1016/j.ijgfs.2017.07.001.

Morales I, Berridge KC. ‘Liking’ and ‘wanting’ in eating and food reward: Brain mechanisms and clinical implications. Physiol Behav. dos mil veinte. DOI: 10.1016/j.physbeh.

Wagner, Heather Scherschel, Ahlstrom, Britt, Redden, Joseph P.,Vickers, Zata, Mann, Traci. The myth of comfort food. Health Psychology, dos mil catorce.

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