Antonio Gala: sus oraciones más conocidas
Antonio Gala (mil novecientos treinta-dos mil veintitres), cuyo nombre fue Antonio Ángel Protejo Sergio Alejandro María de los Dolores Reina de los Mártires de la Muy santa Trinidad y de Todos y cada uno de los Beatos, fue un escritor de España muy popular en el planeta de la literatura de España. Ciertos de sus escritos más conocidos son: “El manuscrito carmesí” (mil novecientos noventa), “El dueño de la herida” (dos mil tres), “Anillos para una dama” (mil novecientos setenta y cuatro), “El imposible olvido” (dos mil uno), «Los papeles de agua» (dos mil ocho) o “Más allí del jardín” (mil novecientos noventa y cinco).
Muere Antonio Gala
Gala, murió el veintiocho de mayo de dos mil veintitres en Córdoba a los noventa y dos años de edad tras una larga lucha contra el cáncer de colon. Muere el último icono de la literatura del siglo veinte. Este autor fecundo empezó a redactar desde muy joven y nos dejó obras inmortales que nunca vamos a olvidar.

Os dejamos con ciertas de sus citas más famosas:
“Todo progreso que no sea humano, no es progreso”.
“A la política se dedican quienes no sirven para otra cosa”.
“Una casa es el sitio donde uno es esperado”.
“El amor perfecto es una amistad con instantes eróticos”.
“Al poder le ocurre como al nogal, no deja medrar nada bajo su sombra…”.
“No soy fatalista. Soy un optimista bien informado”.
“Vivid no conforme con los ideales recibidos, sino más bien con vuestras aspiraciones, con vuestra intuición más vehemente…”.
“Alguien ha dicho que la luna está tan pálida pues hace únicamente vida de noche”.
“El dolor es más fuerte entre los más fuertes. Como el cáncer”.
“En una rosa caben todas y cada una de las primaveras”.
“La religión no debería existir. Habría de estar prohibida por Dios, mas como no existe…”
“El amor es la poesía de los sentidos. Mas hay poesías muy malas…”.
“La dicha es percatarse que nada es demasiado importante”.
“El que no ama siempre y en todo momento tiene razón: es lo único que tiene”.
“Esta sociedad nos da comodidades para hacer el amor, mas no para enamorarnos”.
«Cada uno de ellos es heredero de sí, escribió Rabelais refiriéndose a las datas griegas. Puesto que bien, hemos llegado a ellas. Ahora nada es como era. Ahora se nos plantea el enorme problema: estamos solos y debemos seleccionar. Somos, teóricamente, libres; somos, en teoría: amos de nuestro destino; debemos buscar nuestra identidad por medio de nuestras particulares experiencias. Tal es nuestra necesidad primera; ser uno mismo. Y es mejor que lo seamos sin auxilios extraños, tan mediatizadores. Ser uno mismo y ser feliz: qué provecto de vida. Quizás la fuente de la dicha, si es que la tiene, esté en nuestro interior. Tal vez consista en conservar el propio , no otro, y no en ser jamás otro por bueno que parezca. Quizás consista en admitirse reflexiva y dócilmente como se es, y desplegarse».
«He sido frágil. He sido simple de herir. He sido simple, y débil. He sentido como hondísimas heridas que para otros hubiesen pasado desapercibidas».
«Ser viejo es ser vencido por la amarga sospecha de no importarle a absolutamente nadie».
«Sin ti, ni el pan ni el vino, ni la vida, ni el apetito, ni el jugoso color de la mañana tienen ningún sentido ni para nada sirven».
«Te duele la victoria, y dócilmente a cuestas tu destino de amor llevas, frágil y sanguinolenta vida mía».
«Me resulta interesante la mujer. Además de esto, la mujer es la que más lee. Mis protagonistas son siempre y en toda circunstancia mujeres. A ellas las quiero más, las admiro más, y me hacen confidencias que no les hacen a otras mujeres».
«El escritor, muy frecuentemente, es como un caballo de carreras que ha perdido su caballista y ya no sabe por qué corre ni dónde se encuentra la meta y, no obstante, se le demanda proseguir corriendo si bien no sepa ni cara dónde ni por qué».
«Mugía el toro de dolor, bramaba de dolor, llenaba el aire, clamaba al cielo en balde. Los peones lo mareaban con los capotes y de súbito miró cara mí, con la inocencia de todos y cada uno de los animales reflejado en su semblante, mas asimismo con una imploración».